“De vuelta a Zamora, me
dejo llevar por las calles empedradas del casco antiguo y me detengo un
instante en el Mirador del Troncoso, llego ávida de agua, de tierra y de aire,
y continúo por la calle del mismo nombre, con paso tranquilo, dejo que mis
pisadas dejen huella, al tiempo que levanto los ojos para perderme en este
pasadizo que enmarca la rúa. Siempre que llego a este punto del camino me
pregunto qué de historias guarda ese lugar.”
Gloria
de Castro
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