Hace días que percibo en tu mirada que adoleces de este mal, soy consciente de mi ausencia cuando compartimos el sofá, de mis viajes entre cuadernos y tinta, perdona si mientras me observas pienso en ti.
Señoría, me declaro culpable de sentir lo que siento, de recrear las historias más increíbles en su espalda, de desear sus manos esculpiendo mi escote, de estallar de alegría cada vez lo veo, cada atardecida de vuelta a casa, soy culpable de disfrutar con él las mejores melodías, los mejores vinos, de entretenerme y entretenerlo con mis palabras, y no, no pretendo ser absuelta de amarlo como lo amo.