Nada ha cambiado entre nosotros, incluso pensaría que somos aún
más humanos y que estamos más vivos.
Seguimos la misma nota, esa que se desliza por mitad del
pentagrama, esa que me recuerda a aquella noche.
Imaginamos y crecemos a base de sueños, de los que despiertan de
madrugada y nos vuelve apasionados.
Bebemos al borde de la copa y saltamos al vacío sin paracaídas.
Amamos y vivimos, sobre todo eso.