Ni
puentes ni acueductos, tres días para nosotros dos. Almacenaremos en la
despensa viandas y bebida, encenderemos la chimenea, en el exterior el viento
gélido de la montaña y frente al ventanal el inmenso azul.
Amanecer
con apetito y hacer el amor sin límites, sin horas y con pasión. Me apetece
algo de picar, me incorporo y voy directa a la nevera, un zumo y frutas
variadas, desnudos nos sentamos en el suelo del salón frente al crepitar del
fuego. Hablamos sin perder la madeja de las conversaciones, podríamos estar
horas y horas comunicándonos, sobre y bajo las mantas, y esto no es magia ni se
trata de un amor idílico, es cuestión de encajar y nosotros lo llevamos a cabo
de forma perfecta.
Y
hay instantes en los que nos desvanecemos entre la niebla, recorremos caminos
inhóspitos por separado en silencio, ese que no duele, y podríamos permanecer
así horas, y, repito, no se trata de amor perfecto, se trata de encajar,
encajar con respeto.
Alcanzaremos
el atardecer sin hábitos, piel sobre piel y algo de música, me habrás recordado
porque estamos juntos, habrás renovado tus votos, y finalmente almorzaremos
comprometidos con la madrugada, con la oscuridad y con el nuevo amanecer.
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