Acabo de darme cuenta de que no te he comentado que
me encantas, perdona, tengo la cabeza loca de inventarios, ya me conoces. Sin
embargo no quiero que se me pase hoy, será que septiembre se estrena
extrovertido, y yo no aspiro a menos. Me enloqueces, de esa forma que solo los
que sienten por debajo de la piel conocen, con la mirada velada y los silencios
en morse. Te lo comento para que mañana cuando despiertes comprendas por qué
sigo durmiendo a tu lado, no es solo por la calidez de tus manos, ni la
volcánica amanecida nocturna con la que navegamos cada noche, si estoy es
porque me encantas, sin más. Respetas mis ausencias, mis espacios
intermitentes, conoces de esa manía de estornudar a medianoche, de descalzarme
al llegar a casa, de desconectar durante el atardecer para escribir de
nosotros. Entiendes que si estoy es porque no deseo otra cosa que hallarme
donde estoy. Y a mí eso me llena.
Estoy pensando que tal vez sería conveniente que tú terminaras esto: “Y todo puede devenir”, comentan los eruditos de Eolo.
Estoy pensando que tal vez sería conveniente que tú terminaras esto: “Y todo puede devenir”, comentan los eruditos de Eolo.
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