Lo
sé, el amor no es una ciencia exacta, lo estuvimos hablando anoche cuando me servías
esa copa de vino blanco. Hay historias que comienzan en un café, otras al cabo
de unos días, algunas se cuecen lentamente, hay algunas que surgen casi al
concluir. La nuestra es de las únicas, ya te lo dijo el vendedor de periódicos
de la esquina, “lo que usted tiene no lo he visto yo, son ustedes un fenómeno
extraordinario”. Recuerdo que me eché a reír, ni tú ni yo creemos en el amor
perfecto, somos de los de sentir y tocarse, de los de amar cuando llega el
momento y de disfrutarlo mientras dure, no de prolongarlo hasta convertirlo en
un esperpento de lo que fue. Quizá por eso seguimos juntos, porque nada es
previsible entre nosotros, no existe rutina ni dependencia, formamos una de
esas extrañas parejas que se arropan cuando hace frio y se despegan si hace
demasiado calor, conversamos sobre todo y escuchamos jazz al atardecer.
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