Me habían dicho muchas cosas a lo largo de mi vida, “tienes el corazón frío como el hielo”, “qué gran corazón tienes”, “eres todo corazón”, “si es que no tienes corazón”, pero nunca nadie me dijo lo que tú, aquella mañana que apoyaste tu cabeza sobre mi pecho: “tu corazón de metal suena como una Harley a 200 Kilómetros por hora”, sonreí, últimamente eres el único que me hace sonreír.
Fue entonces cuando te mordí la oreja, ronroneaste como una
moto, te miré, tenías la misma mirada de cuando nos conocimos, ansioso, pícaro
y despistado. Si fuera mañana ya estaríamos rodando por las cañadas mas el hoy
me persigue desde ayer y no sé si tendré el valor de pedirte que me sigas
rugiendo hasta el amanecer.
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