Dejo que las gotas
perforen mi epidermis, que descansen sobre la superficie de la excitación
mientras un ocaso grana enmarca el paisaje. Me encanta como vamos allanando el
camino haciéndolo cada vez más nuestro, más cómodo, más imprevisible.
El sol me ciega, la noche
se aproxima, y yo sonrío.
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