De
pequeña leí “El mago de Oz”, recuerdo aquella casa que volaba, a la pequeña
Dorothy y a sus compañeros de viaje, el león miedoso, el espantapájaros sin
cerebro y el hombre de hojalata sin corazón.
Cuando era niña yo también soñaba con un lugar en el que mi imaginación
era poderosa y capaz de cualquier cosa, un espacio donde todo era posible,
crecí llena de historias, quizá por eso no concibo mi vida sin una historia que
contarte.
Con los años sigo teniendo
mi cosmos personal, un universo propio al que accedo al llegar la noche, allí
guardo mis tesoros más íntimos, esos instantes que nunca olvidaré, palabras,
sonrisas, fotogramas, y allí sobre una almohada de plumas reposan mis sueños,
los que duermo, los que anhelo y los que despierto. Esta noche mi corazón es de
metal e imagina que ruge como el motor de una Harley, la que me encamina por la
ruta 66, suenan los Creedence Clearwater Revival y su tema Fortunate, el viento
afloja mi paso, libertad, y es que es aquí, en los sueños, donde somos
totalmente libres. Dulces sueños.
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