Si hay alguien a quien debo mi vida es a mi madre. Ella decidió gestarme y alimentarme durante meses, años, durante toda una vida plena de sacrificios.
Busco en el diccionario y
leo sus acepciones, algunas resultan ocurrentes, otras ya son reconocidas, hay
una que me entorpece la lectura, “hembra que ha parido”. No quiero parecer descortés,
pero en mi opinión, madre es la mujer que un día convierte su vida en un vaivén
de emociones, de gestos, de alegrías y de noches sin dormir, poco importa si
ese bebé ha estado en su vientre o no, todas esas mujeres son nombradas madres
y por ello debemos reconocer su labor.
Una madre desconoce a qué
hora comerá, ni cuándo podrá descansar, los hijos crecen pero ella sigue unida
a ellos por un cordón umbilical invisible que unas veces les acerca y otras les
aleja.
Las madres incluso en la
distancia resuelven logaritmos matemáticos en los que sus hijos se encuentran
inmersos, les masajean los pensamientos y al cabo de los días y las noches,
descansan unos minutos.
En la mesa de al lado una
madre alimenta a su bebé, acaricia mientras su cabello, sonríe, me
encantaría adentrarme en su mente, ordenar ese puzzle de sensaciones que en ese
instante revolotean por su cabeza, ¿qué será de mayor? ¿será feliz? ¿vivirá una
vida plena?... ¿me dejará dormir esta noche?
1 comentario:
Una descripción de "MADRE" preciosa, y un momento muy adecuado, no se te va ni una. Tu madre y tu hermana habrán echado la lágrima, seguro, no es para menos.
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