No sé de melodías ni de
conciertos, palpo la música desde la punta de mis dedos y llega a un papel,
generalmente blanco, sin cortes ni rasgos inadecuados, solamente níveo. Y es entonces
cuando a cada nota se van fabricando palabras desde el hemisferio derecho
donde se cocinan las emociones y los sentimientos, hasta el izquierdo, allí
donde estos toman forma de letras enlazadas.
De pronto aterriza el
primer vocablo y tras él llegan lentamente los siguientes, construyendo una magnifica
sentencia que se remata en un punto.
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