Llevo un rato observándote, la luz tenue del salón despliega tu sombra sobre la pared, me incorporo y me miras.
Hace horas que anhelaba el reencuentro bajo la atardecida, ese minuto de ingenio, o de locura.
Te amo, te lo comento así sin más, antes de que vuelva a faltarme el tiempo.
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