La música tatúa el alma, la machaca hasta sangrar, remueve las tripas, asalta las dudas y las embarca en periplos beligerantes, y al concluir las melodías, inquieta, y en ocasiones llora.
La música marca instantes, adorna encuentros y reencuentros,
y con los desencuentros, se concentra. No hay nada más que mirar hacia atrás
para escuchar antiguos amores, recuperar a aquellos que perdiste, amar a los
que nunca dejaste de querer, renunciar a los que movieron cucarachas en tu
estómago, esconder la tímida inocencia de los que sentiste en secreto, y sobre
todo, deleitarte con los silencios rotos de aquel que puso voz a tus deseos.
Sin música no habría vidas.
1 comentario:
Precioso Gloria...
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