martes, 25 de febrero de 2014

No necesito un 14 de febrero...

Asciendo las escaleras, quedamos en encontrarnos al salir del trabajo. Tú llegarías cinco minutos antes, yo cinco después. Admito que estoy nerviosa. Hacía mucho que no nos buscábamos fuera de la monotonía de los días. Al amor hay que alimentarlo con historias, con fragancias y aventuras que retomen la pasión de aquellos primeros instantes en los que nos cruzamos:
Una calle, un toldo, la lluvia y tus ojos.
Una cafetería, un té con limón, una melodía y tus manos.
Un parque, el sol, un enigma y tus besos.
Un dormitorio, una cama, una fragancia y tu cuerpo.
 
Alcanzo la noche, el sofá y tu cuerpo desnudo. No necesito un 14 de febrero para que se me acelere el pulso y aterrice en tu boca.
 
 

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