Hay barcos que están destinados navegar miles de millas en el mar, a surcar océanos
y enfrentarse a tempestades. Navíos enormes, sólidos, cortejadores con momentos
compartidos sobre la cubierta, en alta mar, una copa de champán y unas fresas.
Esas embarcaciones son las que se recuerdan porque saben a mucho más que una
instantánea en una postal de vacaciones, esos quieren formar parte de tu vida y
tú de la suya.
Sin embargo, hay otros que se resisten a
embarcarse, atracados en el muelle, anclados a un pasado por miedo a hundirse
en la resaca. Incluso a veces intentan achicar agua, abandonar el puerto con
grandes parafernalias, lo alzan con una grúa y lo dejan descansar sobre el
agua, mas tienen el viento en contra.
Yo soy de los primeros, aventurada en una
expedición que solo yo conozco, imaginando historias de piratas, de buques fantasmas,
de tesoros escondidos en islas desiertas. Yo salgo a navegar cada día porque sé
que en el horizonte siempre estarás tú.
1 comentario:
Lo pusiste muy fácil, te sitúe desde el principio en el último tipo de barco,responde la descripción a tu viva imagen.Qué preciosidad...
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