martes, 5 de abril de 2016

Hay rincones en casa que mantienen esa indómita materia que nos une...




Hay rincones en casa que mantienen esa indómita materia que nos une. La luz cálida de la tarde que aterciopela el sillón, la fragancia intensa a cítricos que llega desde el jardín y se mezcla con la del vinilo que suena en el gramófono, Musica Notturna delle Strade di Madrid, de Boccerini, la ligera virtualidad del espejo donde a ratos vemos pasar la vida, la regia textura de los libros reconvertidos, tu perfume al llegar a casa.
Me siento y retomo el libro que abandoné ayer sobre la cómoda. Dispongo de un rato para perderme entre su historia antes de que vuelvas. Después te emplazaré en la terraza, una copa de vino, el Cannon en D major de Pachelbel y la salvaje nocturnidad con la que nos enlazamos sin más.


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