“Deshagámosla ahora, no perdamos más tiempo”, pronunciaste mientras entrabas en la ducha, te seguí.
Nos acercamos al crepúsculo, es hora de observarse con la piel, rasgarse por dentro, abrirse y jugar a que somos parte de una historia que no espera bajo un paraguas, ni en una parada de guaguas, que formamos parte de una balada en la que en el estribillo nos cruzamos y en el último acorde percibimos que no será nuestra última canción.
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