lunes, 25 de enero de 2016

Me gustaría hablar de ti sin parecer intrépida...

Me gustaría hablar de ti sin parecer intrépida. Del mar sin creerme salvavidas, del amor como sentimiento fresco, nada de anteponernos a lo que ya fue, para eso están las novelas y los horóscopos. Del amor sin prejuicios y ya de paso, de mí.

Me encantaría referirme a relaciones reales,  no a las que invaden las telenovelas de un domingo por la tarde, esas en las que el destino detiene el tren para que los protagonistas se crucen, ni hablo de las que avanzan sobre el horario previsto de la sociedad a lomos de la tecnología, de las barruntas sobre el escaso tiempo para entretenernos y menos para comunicarnos, del sexo sin amor y de los cuartos oscuros sin pasión.

Y me incorporo en la cama, aún duermes, observo tu espalda desnuda, recuerdo las horas pasadas, intensas, salvajes, las risas y las cosquillas, las miradas, ese juego silencioso que nos mantiene vivos. Somos ese dúo poco convencional que conversa sin mirar el móvil, que avanza sin firmar un compromiso, que busca el tacto y el contacto, que se toca, que a veces duerme separado, que viaja libre y con poco equipaje.

Te desperezas y te giras para mirarme. A estas horas, despeinada y medio desnuda resulto tremendamente sexy, me abrazas e insistes en la horizontalidad de la madrugada.

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