Mi intimidad usa pijama los domingos, desayuna descalza un café solo y ameniza el amanecer con cualquier tema de Frank Sinatra.
Mi intimidad es sentirme cómoda contigo a cualquier hora del día. Es hacer el amor antes de desayunar, abrir el ventanal y aprobar por unanimidad que el relente se abra camino por las costuras de las sábanas.
Mi intimidad no lleva nombres propios al baño, usa pasta de dientes y perfume fresco. Come en la mesa baja del salón un picoteo casual acompañada de cebada.
Mi intimidad abandona las estancias con elegancia, sin importarle el qué dirán, ni tiene, ni busca, se permite el lujo de prestarse sin devolución.
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