Qué difícil es la primera persona del plural,
qué complicado acomodar
los pronombres y darles el lugar perfecto.
Qué complicado es ajustar
los tiempos al hablar,
respirar sin sobresaltos,
atenuar en las comas y
frenar al punto.
Respetar los pronombres tú
y yo como partes de un nosotros,
nunca como entes
necesarios para una sentencia.
Esperar que lleguen los
modos y con ellos
la subjetividad de las
hipótesis,
si yo te hubiera conocido
antes
si tú me hubieras
descubierto primero
tal vez nosotros seríamos
el sujeto de una historia
que comienza junto a un
verbo
y finaliza con un signo
ortográfico.
Qué arduo es corregir
errores,
marcarlos escarlata
y esperar que no vuelvan a
repetirse.
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