Abrázame
fuerte, no permitas que el relente descosa las costuras de las sábanas. Acércate,
me apeteces solo, como el café. Acentúa mis consonantes hasta convertirlas en
una vocal. Bésame hasta volvernos labios.
Hay
domingos que arrancan con pasión. Me giro volviéndome una pelota que busca el
campo de juego y te encuentro.
Si
no me acaricias ahora, me dormiré de nuevo.
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