domingo, 23 de diciembre de 2012

La amistad se escribe con mayúsculas...

Hoy quiero compartir algo que me llegó al corazón hace unos meses, escrito por un buen amigo, Ankor, al que quiero y respeto y al que dedico este pequeño relato:



"Hasta hoy no había hablado del tema, no sé si por miedo a que la magia del instante se evadiera entre mis palabras o porque quiero guardármelo para mis días grises, mas su presencia impone.
Era un maravilloso día, como dice la canción, no llovía ni había demasiados coches en el trayecto de ida. Era mi primera vez, y estas siempre resultan íntimas, sorprendentes, llenas de ilusión, unas veces duelen y otras…encantan. Llegábamos sobre dos ruedas y al alcanzar el valle de la Esperanza, el impacto, allí estaba él, sobreprotegido por algunas nubes que decoraban el mirador. El resto del recorrido olía a eucaliptos, a pino, a un otoño que estaba aterrizando; crepitaban las hojas al aplastarlas, y el viento dirigía una orquesta de sonidos. Llegué a él sin aliento, tenía dificultades para respirar, observaba su enorme fuerza, sus vértices ágiles, recorrí con la mirada cada una de sus ángulos, inspiré con lentitud acompañada de una sonrisa, retomé la conversación de silencios contigo.
Hay instantes en la vida que cuesta explicar, hay paisajes que nos dejan sin palabras, pero también hay situaciones que merecen la pena transmitir, esta es una de ellas".

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