Tus últimos mensajes fueron de
lo más sugerentes, los leí por encima por miedo a volverme a enamorar de ti.
Comentabas que pretendías besar cada uno de mis tatuajes, que sería una noche
interminable, que soñabas conmigo incluso despierto. Cerré los ojos y te
imaginé, ni el tiempo pudo borrar tu imagen de mis ojos, y menos de mis labios.
Llevamos dos amaneceres juntos,
conversaciones pendientes bajo las sabanas y miles de instantes para el recuerdo. Llevamos toda una historia en la
piel para contarnos.
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