miércoles, 25 de mayo de 2016

Vaya donde vaya, siempre juego en casa...

Hoy me he despertado con un curioso dolor ni definido ni definitivo. Serán las horas de vuelo que llevo, los mapas desgastados, curtidos por los itinerarios, la raíz sabrosa de los frutos maduros, la húmeda caricia de la ebriedad, los accesorios y los complementos, tal vez sea la maleta entreabierta que avista ya el tempo para el despegue. Y es que la resaca vital se deja ver sinuosamente en pequeños detalles, poco importa que en la cocina rezume el café del desayuno, que lleve horas escribiendo sobre el contorno de las nubes, imaginando recuerdos aún no concebidos, que en mi agenda haya una marca indeleble de agua, que mis diatribas hayan batallado contra gigantes en los últimos meses, llega y yo solo poseo esta disparatada naturalidad con la que me enfrento a ella, porque vaya donde vaya, siempre juego en casa.




No hay comentarios: