Hay tantas palabras que dejamos perderse por miedo, tanto miedo
que nos impide hablar, tanto silencio al que ponerle banda sonora, tantas
melodías que marcan pasos, tantos pasos hacia atrás que debieron ser hacia
delante, tanto impulso y energía perdida por falta de coraje, tanto valiente
enfundado en armaduras desprovistas de emociones, tantas emociones encerradas
en armaduras, tanto dolor bajo sonrisas, tantas sonrisas llenas de legañas,
tantas lágrimas saladas, tanta sal fuera de las cocinas, tantas cocinas en las
que amarse.
¿Sabes qué? Hoy siento la necesidad de reencontrarme con tu
aliento, de situarme a dos besos de tus labios, de mirarte a los ojos
sonriendo, de acercarme a ti, de rozarte sin querer y de que el tiempo se
detenga. Mientras tú punteas mi cintura como si de una guitarra se tratara y me
tocas intentando afinar mis curvas. Profundamente.
¿Sabes qué? me dejas sin hálito y al mismo tiempo eres el aire
que respiro. No me he vuelto cursi, solo quería que supieras que esta noche hay
una historia que inventar en mi cocina, ¿te apetece ser parte de ella?
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