Son vulgares las palabras que se lanzan
sin anclaje, son rudas, obtusas y sin remangarse las esquinas. Las tuyas nacen
vivas desde la punta de los dedos y recorren mis curvas, desde las más lumínica
hasta la decorosa trasnochadora, evitan las esquinas y se aceleran en los
labios, arrancan los preciosismos y las entretelas y van directas al verano de
mis deseos, allá donde el calor adormece mis letras sobre la arena, construyendo
castillos de apetitos y de ternuras.
Son las tuyas palabras que se recuerdan a
lo largo de las vocales y las consonantes, son crepúsculos átonos sobre mi
piel.
1 comentario:
De nuevo otra apología al mar, a tu querido mar. Es un cántico al mar y a sus maravillas.Me emociona mucho y te envidio más, bueno igual, no sé.
Besitos.
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