Se me acumulan la comida, la siesta y las ganas de
ti. Y he decidido empezar por el final.
El nitrógeno me tiene descompensada, camino lenta,
sé que disfrutas observándome, yo sabiendo que lo haces. Imagino tus
profundidades y no veo el momento de entrar en ti, sin permiso. Acaricias mi
piel, arrugas mi nariz, humedeces mis labios, me agarro a tus manos como ancla
varada, me desato en una locura iniciática y salvaje, dejándome llevar.
Son las diez, de las nocturnas, aún reposas a mi
lado, observo tu nuca, tu espalda, siento tu respiración acompasada, sonrío.
En el estéreo la guitarra de John Mayer, me incorporo
y avanzo desnuda hacia la terraza, en la oscuridad todo se silencia, los
defectos, los pliegues, las cicatrices, los miedos, las debilidades, pero a
estas horas es tarde para dar marcha atrás, no tengo un cuerpo perfecto ni el
corazón sano, tampoco adivino a dónde voy, sin embargo adoro que estés
rompiéndome los esquemas, que hayas llegado sin preguntas y que tomes café solo
y en ocasiones conmigo.
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