viernes, 5 de agosto de 2016

A veces no tengo nada que contarte...

A veces no tengo nada que contarte y aún así podríamos estar horas y horas hablando.

Me turba tu presencia, me generas un apetito insaciable, me abrasas con tu mirada, ya no te cuento qué desencadenan tus manos bajo mi piel. Las caricias se transforman en corrientes eléctricas restablecidas; los besos, impactos a bocajarro; las sonrisas, magnetismos en carne viva.

Baten las aspas del ventilador de techo, me adormece su soniquete, pasas la mano sobre mi cintura intentando atrapar el perenquén, me vuelvo hacia ti insistiendo en ese silencio tan tácito que nos reservamos cuando nos pretendemos. Y así podríamos estar horas y horas conversando.


No hay comentarios: