Me turba tu presencia, me generas un apetito
insaciable, me abrasas con tu mirada, ya no te cuento qué desencadenan tus
manos bajo mi piel. Las caricias se transforman en corrientes eléctricas
restablecidas; los besos, impactos a bocajarro; las sonrisas, magnetismos en
carne viva.
Baten las aspas del ventilador de techo, me
adormece su soniquete, pasas la mano sobre mi cintura intentando atrapar el
perenquén, me vuelvo hacia ti insistiendo en ese silencio tan tácito que nos
reservamos cuando nos pretendemos. Y así podríamos estar horas y horas
conversando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario