lunes, 7 de marzo de 2016

A la hora de la siesta...

Mantengo los hechos y las caricias como formas de expresión tácitas a la hora de la siesta. No bastan las palabras, ni las ataduras, no hay razón por la que despertarte antes de que me sobrevenga el deseo. En la televisión las noticias no dicen nada nuevo, las calles mantienen su decrépita soledad y su mutismo, y tú sigues dormitando mientras escribo. Suena jazz en el estéreo, huele a cítricos por la cocina, sensaciones que lloran por el vidrio de la botella del almuerzo, celebro que estés aquí, preferiría no echar pulsos a tus venidas, alcanzar las madrugadas entre tus piernas y suspirar por tus labios.

Te desperezas y caminas descalzo hasta el sofá, esta vez soy yo la que salto a tus brazos, me tomas y regresamos al dormitorio. Y te beso como si fuera la última vez, y te hundes en mí y todo fluye al unísono, y retomo tus labios, para que nunca te olvides de los míos.


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