sábado, 30 de enero de 2016

Estamos en la era del buen vino...

Estamos en la era del buen vino, del que mejora con el tiempo, del que no se pica, del que tiene cuerpo y degusta carácter. Ahora las mujeres ya no envejecemos, ampliamos perspectivas, tomamos decisiones, guardamos recuerdos entre los pliegues, caricias salvajes en nuestras curvas, grandes amores en la comisura de los labios. Ahora sabemos lo que queremos, y no es que antes no lo supiéramos, pero ahora hay espíritus que tenemos la certeza de no querer catar. Y no necesitamos ya de alharacas para impresionarnos, ni flores, ni mensajes matutinos, anhelamos que nos miren, nos vean, nos sientan, nos susurren, nos hablen, nos deseen tal cual somos, secas, delicadas, espumosas, intensas, ásperas, carnosas, elegantes, frescas, vigorosas, alegres, como los buenos vinos.


lunes, 25 de enero de 2016

Me gustaría hablar de ti sin parecer intrépida...

Me gustaría hablar de ti sin parecer intrépida. Del mar sin creerme salvavidas, del amor como sentimiento fresco, nada de anteponernos a lo que ya fue, para eso están las novelas y los horóscopos. Del amor sin prejuicios y ya de paso, de mí.

Me encantaría referirme a relaciones reales,  no a las que invaden las telenovelas de un domingo por la tarde, esas en las que el destino detiene el tren para que los protagonistas se crucen, ni hablo de las que avanzan sobre el horario previsto de la sociedad a lomos de la tecnología, de las barruntas sobre el escaso tiempo para entretenernos y menos para comunicarnos, del sexo sin amor y de los cuartos oscuros sin pasión.

Y me incorporo en la cama, aún duermes, observo tu espalda desnuda, recuerdo las horas pasadas, intensas, salvajes, las risas y las cosquillas, las miradas, ese juego silencioso que nos mantiene vivos. Somos ese dúo poco convencional que conversa sin mirar el móvil, que avanza sin firmar un compromiso, que busca el tacto y el contacto, que se toca, que a veces duerme separado, que viaja libre y con poco equipaje.

Te desperezas y te giras para mirarme. A estas horas, despeinada y medio desnuda resulto tremendamente sexy, me abrazas e insistes en la horizontalidad de la madrugada.

martes, 12 de enero de 2016

Me estoy enamorando de ti sin querer...

Me estoy enamorando de ti sin querer.
El ventanal abierto recorre como un escalofrío mi espalda, te escucho desde la cocina adiestrando verduras y organizando un ágape nocturno. Me acercas una copa de vino y me entretienes con la mirada, te pregunto qué pretendes y enciendes el estéreo. Me sostengo en la guitarra de Gary Clark Jr. mientras salgo a la terraza, van encendiéndose las luces en el Puerto como si de un árbol de Navidad se tratara, sonrío y se me aceleran las mariposas. Me cubro con la chaqueta que dejaste esta tarde sobre la silla, imagino una historia y me vuelvo para compartirla contigo. Te aproximas con ingenio, sabes que carezco de rapidez para ciertas nomenclaturas, me sirves otra copa y pones sobre la mesa el convite, me quito la chaqueta y queriendo dejamos que la cena se enfríe. 


domingo, 10 de enero de 2016

Ya nada será igual...

Ya nada será igual, tú lo cambiaste. Estoy segura de que no pretendías alterar las emociones pero lo hiciste aquella noche que refrescaba en el Puerto.
Déjame que te cuente lo que se siente cuando todo se transforma. Súbitamente hay un agudo que penetra por entre la piel, se detiene al lado izquierdo del corazón y palpita, sigilosamente y en fila de a uno las notas acampan junto a los instrumentos, llueve, por lo menos en mi alma, laten acordes plenos de quebrantos, afino las palabras para que no se me revuelvan en la página en blanco, serenan duelos y rupturas sobre cajas de 35 mm, se empolvan junto al pasado y a la vera del tiempo.
Y cierro los ojos e intento dibujar la escena, suprimir las cadencias nostálgicas y convertirlas en fuego. Tarareo de tus labios, limpio la sal de tu rostro y te acompaño con mis manos.


sábado, 9 de enero de 2016

Se avecina un casamiento...

Se avecina un casamiento, el de palabras que coquetean con la música. Se prevé que dure mucho, mínimo tanto como el matrimonio pasado, 203 aventuras.
A esta la llamaremos UNA (númeral cardinal) por eso de iniciar la temida página en blanco, UNA (verbo) porque es el eslabón que unirá a lo largo de los días las gestas y batallas personales con las que destronaré reinos imposibles y UNA (adjetivo) porque vagaré sola y ligera de equipaje.
Sé que el trayecto será pleno, no dejaré momento para la ausencia, te hablaré de mí y tú vendrás a buscarme cada noche, arderemos entre las sábanas y será el mar el que aplaque nuestra pasión bajo las olas.
Y bailaremos funky descalzos sobre la tierra mojada, no somos boabab pero a veces lo parecemos.