jueves, 24 de septiembre de 2015
martes, 15 de septiembre de 2015
Hoy te amo antes de que se haga tarde...
Las relaciones se
mantienen a base de sorpresas, se huye de la monotonía, se aúlla a la luna
cuando es de día y se sonríe al caer la noche.
El día que en tu vida
entra la rutina, las alacenas se llenan de copas sin usar, de platos
adormecidos, en la cocina no hay música, en el pasillo no revolotean los pies
descalzos bailando entre tus brazos.
Escapo silenciosa de esa
jaula indigente de minutos en busca de algo nuevo que traer a mis labios, una
pócima que me renueve el alma. Me siento en el mirador, la atardecida me limpia
las lagrimas, el sol calido me adormece, mira por donde, hoy te amo antes de
que se haga tarde.
viernes, 11 de septiembre de 2015
Me encantas...
Acabo de darme cuenta de que no te he comentado que
me encantas, perdona, tengo la cabeza loca de inventarios, ya me conoces. Sin
embargo no quiero que se me pase hoy, será que septiembre se estrena
extrovertido, y yo no aspiro a menos. Me enloqueces, de esa forma que solo los
que sienten por debajo de la piel conocen, con la mirada velada y los silencios
en morse. Te lo comento para que mañana cuando despiertes comprendas por qué
sigo durmiendo a tu lado, no es solo por la calidez de tus manos, ni la
volcánica amanecida nocturna con la que navegamos cada noche, si estoy es
porque me encantas, sin más. Respetas mis ausencias, mis espacios
intermitentes, conoces de esa manía de estornudar a medianoche, de descalzarme
al llegar a casa, de desconectar durante el atardecer para escribir de
nosotros. Entiendes que si estoy es porque no deseo otra cosa que hallarme
donde estoy. Y a mí eso me llena.
Estoy pensando que tal vez sería conveniente que tú terminaras esto: “Y todo puede devenir”, comentan los eruditos de Eolo.
Estoy pensando que tal vez sería conveniente que tú terminaras esto: “Y todo puede devenir”, comentan los eruditos de Eolo.
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lunes, 7 de septiembre de 2015
Hola princesa...
“Hola princesa”, eso me soltaste al llegar a casa,
me recordó entonces la película italiana aquella que vimos hace años en ese
cine al aire libre. Cohabitábamos en casas distintas, desayunábamos en alcobas
diferentes y no, no nos conocíamos.
Te miré al tiempo que sacaba una botella de vino
blanco del frigorífico, tú me acercaste dos copas y vertí líquido en ellas. Comentaste
que habías tenido mucho lio en el trabajo y que tenías una idea para el fin de
semana. Sonreí. Me senté en el sofá y estiré las piernas hasta alcanzar tus
ingles. Pusiste algo de música y seguiste hablando.
Adoro la estrategia que usas cada noche para
llevarme a la cama, me invitas a escucharte, elaboras un mapa de recónditos lugares
por mis piernas hasta alcanzar la punta de los dedos, yo interpreto volcanes
con mis plantas, y para rematarlo preparas la cena.
sábado, 5 de septiembre de 2015
Anoche mientras releía...
Anoche mientras releía una vieja novela de Agatha
Christie me interrumpiste con una de esas gracias tuyas tan increíblemente
lucidas que yo, por mi calmosa capacidad de interpretarlas la pillé a
destiempo, hecho que te resultó gracioso, como otras veces. Retomé la lectura
al tiempo que tú te desvestías, levanté la mirada para perderme en tu espalda y
alcancé al resto de tu cuerpo mientras salías del dormitorio.
Cuando volviste yo ya deliraba investigando un
asesinato cometido en un hotel en el sur de Inglaterra. Te acercaste a mí,
comentaste que tenías enfundada la pistola por si necesitaba ayuda en la
pesquisa, sonreí, cerré el libro y me asestaste un impacto en toda la boca, me
abrazaste y disparaste.
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