Mi hogar es un ático consentido, una palabra exorcizada, un navío impulsado por el viento, una vela que nunca se apaga.
Mi morada se denomina así porque una noche arribaste a mi vida, en galera incluida, hablaste de amarrar, de abordar la madrugada, del calado, la cartografía y capeaste mi temporal personal.
Mi nao es una quilla y yo su capitana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario