viernes, 27 de noviembre de 2015

That's life, cariño...

Me encanta el color negro y me gustan los viernes, estos tienen cierto sabor a inauguración semanal postrera, no sé si me entiendes. Sin embargo reniego de los estereotipos, de las multitudes, de los grandes centros y de las extremas separaciones.
Hoy es un día de esos en los que echo de menos que no hayas llegado antes que yo, la bañera llena de espuma, una nota en el espejo del baño, los zapatos en la entrada y en el estéreo Bublé, champagne en la frigorífico y golosinas sobre la encimera. He salido a la terraza con el ánimo domesticado y el estómago indeciso, en el infinito el mar intranquilo y la proa de un barco. Llevo la lencería negra que me regalaste hace unos días bajo una ligera rebeca de color rojo, observo cómo van cambiando las luces en el puerto, ondean las banderas y la ropa tendida, cuento los minutos y pienso en ti. “That’s life”, cariño.


jueves, 19 de noviembre de 2015

Mi intimidad usa pijama...


Mi intimidad usa pijama los domingos, desayuna descalza un café solo y ameniza el amanecer con cualquier tema de Frank Sinatra.
Mi intimidad es sentirme cómoda contigo a cualquier hora del día. Es hacer el amor antes de desayunar, abrir el ventanal y aprobar por unanimidad que el relente se abra camino por las costuras de las sábanas.
Mi intimidad no lleva nombres propios al baño, usa pasta de dientes y perfume fresco. Come en la mesa baja del salón un picoteo casual acompañada de cebada.
Mi intimidad abandona las estancias con elegancia, sin importarle el qué dirán, ni tiene, ni busca, se permite el lujo de prestarse sin devolución.


domingo, 15 de noviembre de 2015

Vivir un seismo de grado 3.7 a tu lado...


Vivir un seísmo de grado 3.7 a tu lado merece una historia. No sé si fue el vulcanismo del entorno, el atardecer desde el mirador de la Peña o el vino herreño, pero aquello revolucionó mi lencería. 
Aparcamos cerca del hotel, ese que sale en el libro de los records. Me comentaste que habías reservado una de las cuatro habitaciones de las que constaba y mientras sacabas las maletas amenizabas el instante con las datas sobre el lugar y su increíble magia. Miré hacia el infinito azul resignado ante el horizonte, Selene aguardaba nuestra llegada, yo saberme allí contigo. 
Noté el rocío del oleaje enrocado, tome mi equipaje y te seguí. Una vez en la habitación coloqué todo en el armario, tú decidiste sacar la guitarra y componer un tema sobre la marcha, me descalcé, abrí una botella genérica y serví vino en unas copas que estaban destinadas para tal evento, me miraste con profundidad, yo te sonreí. 
Eran las 20.01 cuando notamos la sacudida, no recuerdo dónde me hallaba, tal vez debajo o tal vez encima, tal vez sonaba algo de Ben Howard en el MP4, quizás estaba declarándome. 
Afiné la mira de la cámara, el visor para los entendidos, y encuadré cada detalle.
En noches como esta echo de menos aquella conmoción terrestre, no veo la hora de que llegues a casa, de liberar energía y de que seamos un epicentro de salvajes emociones.



martes, 3 de noviembre de 2015

Mi casa tiene nombre de barco...

Mi casa tiene nombre de barco, tal vez porque en la proa se celebran reuniones, se avista el mar, el atardecer y el Teide.
Mi hogar es un ático consentido, una palabra exorcizada, un navío impulsado por el viento, una vela que nunca se apaga.
Mi morada se denomina así porque una noche arribaste a mi vida, en galera incluida, hablaste de amarrar, de abordar la madrugada, del calado, la cartografía y capeaste mi temporal personal.
Mi nao es una quilla y yo su capitana.


domingo, 1 de noviembre de 2015

A mi padre...


El bambú del jardín
Quiere ser sauce
De los llorones,
De aquellos que buscan
Con sus raíces el pozo de la suerte...
Recuerdo el pozo
El sauce
El banco.
Recuerdo las horas
Leyendo,
A mi padre.
Tengo una instantánea de ese momento
En un cajón de mi alma.