jueves, 2 de abril de 2015

Comenzaste la mañana con un suave toque de dígitos...

Comenzaste la mañana con un suave toque de dígitos alrededor de mi ombligo. Miraste el despertador, aún no había sonado. Te acercaste a mi boca disimulando, percibí que llevabas varios minutos observándome desperezarme. Me giré hacia donde estabas y sonreí al tiempo que sonaba el tintineo del reloj. Lo cortaste de un toque y regresaste a mi ombligo, y a mi perenquén, y a la húmeda e inquieta sensualidad que anida en mi cuerpo cuando tú me besas. Y te ofrecí mis manos y mis labios y ese amanecer. Y el amanecer se hizo carne.



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