domingo, 13 de octubre de 2013

En el bar de Mulligan...

“Antes de perder golpea, primero suelta la izquierda, dos veces y sin pensarlo, la derecha, con fuerza, intensamente, no dejes que te pillen desprevenida, mira a los ojos, cúbrete, sal de su circulo, entra insinuándote, nunca pensara que vas a atacar, golpea otra vez, esquiva…”.

Aquella noche en el bar de Mulligan había un concierto de jazz, entré dispuesta a sacudir el momento. En la barra había un individuo de esos que no se olvidan consumiendo whiskey canadiense. Me acerqué dejando que mis caderas insinuaran mi presencia, y me senté en un taburete junto a él. Pedí lo mismo, ni me miró, era el típico buscavidas y en algún  momento de su vida sería un perdedor, le pedí fuego, tan solo giró la muñeca y me lo ofreció.

Coqueteaba con la camarera mientras sonaba una de Gregory Porter en el escenario. Saqué mi polvera y me empolvé la nariz, el perfume le hizo girar, le miré a los ojos, eran de un oscuro intenso, los rehuí y me volví hacía la salida. Me agarró de los hombros, me escurrí de sus fuertes manos, caminé hacia el lavabo, me siguió, intentó sujetarme, me giré y le golpeé, allá donde sus ideas sobrevuelan la noche, se agachó y abandoné el local, tras colocarme mi sombrero coquetamente.



1 comentario:

aguaclara dijo...

El protagonista no veía bién,seguro.Cualquiera se prendaría de tí, un poco chulo ¿no?