domingo, 18 de diciembre de 2011

Antes de que acabe el año

Porque hay días terriblemente locos, días en los que echo café a las sonrisas y el mediodía se entremezcla con el compás de tus besos, hay días que no quiero que terminen porque siento que al día siguiente el sol quizá esté ruborizado entre tanta nube... porque hay días como hoy, que soy simplemente yo, una loca soñadora que vive, siente y ama.



A eso de las tres, sin querer, me preguntaste qué hacía tan de mañana por los rincones de tu vida. Sonreí. Divagué y me senté contigo a tomar un GinFizz. No sabía a nada y sabía a ti, hablaba de nosotros y del pasado.
Cuando termine la canción, remataré el ginfizz y cerraré la ventana antes de que acabe el año.

viernes, 8 de abril de 2011

Gonzalo Rojas, más allá de la palabra


Hoy quiero dedicar mi entrada a Gonzalo Rojas. ¿Por qué? pues porque fue mi compañero de vida durante cinco años y ahora necesita mi apoyo, mi energía personal aunque sea en la distancia.

El mes pasado Gonzalo Rojas, poeta chileno nacido en 1917, sufrió un infarto cerebral del que aún no se ha recuperado.

Pero comenzaré por el principio. Cuando acabé la Universidad hice el Doctorado, y el trabajo de Grado que mi directora de Tesis me recomendó. El trabajo versó sobre la obra de un poeta chileno del que nos había hablado, Gonzalo Rojas, y que encontré traviesamente interesante.

Así fue como empecé a leer de él, a viajar a Madrid (porque internet aún no estaba al alcance de todos) para visitar el ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana) y obtener datos, artículos, información sobre Gonzalo Rojas, sus obras, su poesía.

En 1992 recibió el Premio Reina Sofia de Poesía, y lo conocí, fue increíble, me dedicó el libro que había llevado, era la primera vez que me cruzaba con alguien importante y conocido, claro. Y así, al tiempo que trabajaba escribía la tesina, durante cinco años...o más.

En 1994 presenté una ponencia sobre un poema de Rojas, "Vocales para Hilda" en Salamanca en las Jornadas de la Juventud e Iberoamérica.

Y en 1998 hice la presentación de la tesina, esta fue delicada, estaba nerviosa pero resultó un éxito. Años después, en 2004, Rojas se paseó por Salamanca para leer sus poemas, allá me fui y le regalé la tesina. Nunca olvidaré sus ojos por encima de las gafas, mirándome con ternura mientras me decía: "Uy, que emoción, un regalo para mí, muchas gracias señorita, que amable es usted"...

Nunca lo olvidaré y espero que se recupere pronto, que siga escribiendo con ese hálito tan suyo que lleva palabras...y silencios.