viernes, 9 de octubre de 2009

Ojalá hubiera sido la abeja Maya

Todos los años durante el verano sufro alguna picadura, bien de tábano (que son molestas y dolorosas), bien de alguna abeja despistada y yo más que ella, algún mosquito. Nada de importancia, o por lo menos hasta este momento.
El lunes (y debo dar gracias de que ocurriera como ocurrió) venía yo tranquilamente conduciendo la moto, cuando se me debió meter una avispa sin darme yo cuenta en la manga derecha. Una vez hube descendido de la niña noté cierto cosquilleo y al quitarme el casco me picó.
El grito que pegué fue escuchado por el mecánico del taller de la esquina de mi casa. Rapidamente me quité la chaqueta, la vi y la maté (o eso pensé porque cuando bajé a la hora seguía atontada caminando alrededor de la moto). Me puse tierra de una maceta que tenia en casa, y me olvidé de ella durante el día.
Al dia siguiente el brazo estaba algo mas hinchado, rojo, ardiendo.
La historia llega hasta el día de hoy, lo he tenido como un choricín, dolorido, he tomado mas pastis que en toda mi vida (detesto tomar pastillas, medicinas y demás cosas medicinales) antiestamínicos, antiinflamatorios, protectores de estómago (claro porque si no...)
La cuestión es que a día de hoy tengo el brazo desinflado pero de un color violaceo muy acorde con la moda actual. Espero que esto se pase pronto porque, de verdad, que estar dopada no mola nada.
La abeja Maya no hubiera actuado así...