rayos de sol
esta tarde.
Caen
abriéndose
por entre las costuras
de las nubes
y de fondo
el azul.
No recuerdo cuándo fue que me dijiste que todo había cambiado.
El portal se cerró hiriente, chirriante, mientras el agua nieve celebraba la despedida. Recuerdo, eso sí, qué llevabas puesto, camisa de cuadros azules, jersey azul marino cuello en pico, pantalones de pana tostados, chaqueta marrón, de pana también. Tenías una pequeña cicatriz sobre la ceja de alguna bota de fútbol, durante el recreo, y a la espalda, la cartera de piel plastificada marrón oscura.
Agonizaba la tarde y el tiempo sabía que llegaría el momento de decirnos adiós.
A partir de aquel día los días se volvieron grises, la nieve avecinaba la llegada de la Navidad, luces en las calles. En la plaza pusieron un enorme árbol que adornaron durante horas y que luego se tornó níveo. Las tiendas anunciaban la llegada de los Reyes Magos con regalos y colores en los escaparates.
Y yo sólo quería jugar contigo.
Me he dado cuenta de que las despedidas tienen el mismo dejo vayas donde vayas, tengas la edad que tengas y seas quien seas.
Feliz tarde de nieve.
Y qué decir de esta pared vibrante de vinilos... recortados semejando imágenes obtenidas de internet, muchas de ellas relacionadas con la pornografía y la violencia. Mas yo me quedo con la originalidad de la obra, me recuerda un reloj al que las manecillas le han abandonado. Poco más que decir, si os gusta la música, si sentís que la necesitáis desde que el despertador rompe vuestros sueños temporalmente, id al verla, y dejaros atrapar por los sonidos rockeros del misterio, y si os atrevéis disfrutad tocando la batería, o el bajo, o la guitarra eléctrica en la cárcel, yo lo hice.